Las soluciones a un problema se pueden dividir principalmente en dos categorías: a corto plazo, y a largo plazo.
Ambas son formas útiles de pensar, según la situación.
La primera significa que lo resolvemos de una manera que funciona, aquí y ahora, pero no que funcione por mucho tiempo. Quizás eso sea suficiente. O tal vez sea todo lo que podamos hacer ahora mismo.
La segunda suele ser más laboriosa, requiere más esfuerzo de pensamiento e investigación, tiempo para experimentar, y recursos para implementarla. Pero también es la que puede tener un impacto más positivo, o simplemente menos negativo, en la situación en torno al problema que queremos resolver.
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A veces puede ser difícil decidir qué enfoque debemos utilizar.
Entonces, una buena pregunta que podemos hacernos es: ¿estamos buscando una solución rápida, que sólo resuelva nuestro problema ahora? ¿O una realmente buena, que sea también positiva para todos los involucrados a largo plazo?
Porque sólo una de las respuestas asume la responsabilidad por cómo es nuestro futuro.