La mayoría hemos sido educados para temer al fracaso.
Tener bajas calificaciones significa que no aprobaremos, no iremos a la universidad, no tendremos un buen trabajo…
No conseguiremos un buen futuro.
Pero como científicos fracasamos durante años seguidos, inventando tantos experimentos fallidos cómo podemos para probar una teoría. Y lo llamamos «conclusiones».
Como atletas fracasamos a todas horas, para volvernos más fuertes, más rápidos y más ágiles. Y lo llamamos «entrenamiento».
Como artistas marciales aprendemos a fallar controladamente, para evitar lastimarnos y a nuestros compañeros y compañeras de entrenamiento. Y lo llamamos “keiko».
Eso es porque «practicar» no es hacerlo bien la primera vez. 
Es equivocarse tantas veces como sea necesario para hacerlo mejor.
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Entonces, ahora que ya no tenemos que preocuparnos por las calificaciones, podemos aprobar el examen simplemente presentándonos. Listos para fallar tanto como podamos.
Incluso podemos ser más felices, mientras lo hacemos, a lo que seguramente llamaríamos un gran éxito.
Muy acertado y mucho por valorar en un breve texto. «Normalizar» el fallo sin llegar a menospreciarlo. En ese equilibrio, está la consecución del «éxito», sea lo que sea que consideremos como éxito.